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Faltando tan pocos días para celebrar el Día Mundial de la Diabetes no queríamos dejar de informarte con artículos de diferentes páginas que pueden ser muy útiles a la hora conocer todo a cerca de esta condición.
Para eso realizamos una selección de los 3 artículos mas interesantes que no podes dejar de leer!
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Día Mundial de la Diabetes 2017 - Federación Argentina de Diabetes: http://www.fad.org.ar/dia-mundial-de-la-diabetes-2017/
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Una ayuda para los diabéticos en el móvil - El País: https://elpais.com/elpais/2017/08/17/talento_digital/1502980781_819179.html?id_externo_rsoc=whatsapp
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Lo dulce mata: una impactante campaña contra la diabetes - Clarín: https://www.clarin.com/buena-vida/salud/dulce-mata-impactante-campana-diabetes_0_Vymdqg0JZ.html
MÁS QUE UN IRONMAN, UN LUCKY MAN
El deporte, la familia y el trabajo son los pilares que sostienen y denen a Federico Gronda, un triatlonista rosarino que, además, desde los 15 años también desafía a la diabetes.
Es una tarde sofocante, de esas a las que los rosarinos se están acostumbrando a fuerza de varios veranos en los que el termómetro no da tregua. En una jornada similar, pero 24 horas antes y en Entre Ríos, Federico Gronda –acompañado de su esposa Virginia y sus pequeños hijos Juan y Sol– disputó el Triatlón de Gualeguay, evento del que volvieron felices, no por haberlo ganado, sino por haber participado. Pero fue en su casa, en Rosario, y siempre acompañado por su familia, donde Federico contó su historia, la que hace referencia, más que a la vida de un Ironman, a la de un lucky man: un hombre afortunado. Porque Federico, que tiene 39 años y es arquitecto de profesión y triatlonista de vocación y corazón, es, además, una persona con diabetes tipo 1 desde su adolescencia. Y es su esposa quien primero da fe de la fortuna que rodea a su compañero: “Él no reniega de tener diabetes, es de esas personas que siempre están viendo lo positivo de todo, de la gente y de las situaciones. Encuentra cosas positivas en la diabetes, como el hecho de haber hecho muchos amigos y conocido a muchas personas gracias a ella”. Virginia es odontóloga y decoradora, pero hoy dedica la mayor parte de su tiempo a cuidar a sus hijos: Juan, de 4 años y 8 meses, un deportista en potencia y un gran conversador –que ni bien entrás a su casa te invita a jugar a la pelota y a andar en karting o en bicicleta–, y Sol, una pequeña princesa todo terreno, de año y medio, que sigue constantemente a su hermano. Es un acuerdo familiar. Federico Gronda es el mayor de tres hermanos varones. Reconoce haber tenido padres muy presentes en toda su niñez y adolescencia, que lo han apuntalado absolutamente en todo. Y aunque tuvo que trabajar para costearse los estudios, ellos siempre lo ayudaron. Pero fue Federico, a quien le diagnosticaron diabetes a los 15 años, el que decidió que esto no sería un impedimento, sino algo más en su vida. “Tuve mucha suerte en el sentido de que nunca he tenido complicaciones, siempre fui bastante obediente en un montón de cosas y, aunque la adolescencia fue por ahí medio complicada, después de un par de años uno asume este tipo de cosas. Me pasa que tal vez no me acuerdo de cuando no tenía diabetes; es como si toda la vida la hubiera tenido. Tampoco extra- ño nada: mi vida hubiese sido exactamente igual si no tuviera diabetes. Empecé a practicar deportes antes de enfermarme, y lo seguí haciendo porque me gusta, y encima, me hace bien”, comenta sereno, como quien no se cansa se reafirmar sus convicciones de vida, seguro de que está dando un mensaje positivo para quien lo necesite. Y lo hace. “Si cada vez que me hago un estudio, por el hecho de hacer deporte los resultados salen bien, lo voy a seguir haciendo”. También fueron sus padres quienes lo llevaron a la Fundación Rosarina de Ayuda al Diabético (FRADI). Es a esta fundación, que con los años se transformó en una entidad de alcance regional, a la que Federico le debe gran parte de su educación diabetológica y de su compromiso con todas las causas y actividades que convocan a personas con diabetes (como las que lleva adelante esta asociación y la Federación Argentina de Diabetes), así como con toda persona que lo necesite. “Aunque con los años, la familia y el trabajo, no solo se me dificulta llevar un ritmo de entrenamiento, sino que tampoco puedo dedicarle el tiempo que antes le dedicaba a FRADI, siempre estoy para una charla, una actividad o para ayudar a alguien que recién está empezando con su diabetes”, nos cuenta nuestro entrevistado.
Federico comenzó su vida deportiva poco antes de su debut en diabetes, pero lejos de abandonarla, se zambulló en ella. Ese mismo verano se lanzó a remar en kayak con un amigo y fue de Santa Fe a Rosario en 2 días y medio, actividad deportiva que repitió en varias oportunidades más (Coronda-Diamante, ida y vuelta en 3 días; San Javier-Coronda, en una semana; Coronda-Diamante por la isla, caminando; RosarioVictoria, ida y vuelta en 5 días), hasta que cumplió los 20. A partir de ese momento empezó con las carreras de aventura de pruebas combinadas, en las que se rema, se pedalea y se corre. Pueden durar desde 3 hasta 24 horas. En el 2000, hizo la travesía Junín de los Andes-Bariloche en bicicleta de montaña (650 km), y en 2001 fue desde Bariloche hasta Esquel (más de 650 km). Con el nuevo milenio comenzó su etapa más competitiva y aquella en la cual descubrió que era un hombre que siempre estaba “en el lugar indicado, en el momento indicado”. “En el 2000 empecé a entrenar con profe y a planifi- car las carreras. Hicimos los circuitos YPF Cross Series y los HI TEC, que eran carreras de aventura. En ese momento conozco a Fernando Marzano, y fue una cosa del destino tremenda. Él fue el primero que me conectó con el Aventis Running Tour, antes que lo comprara Sanofi (el laboratorio). Me lo encuentro en una carrera en la que nos fue rebien, la YPF Cross, que es de aventura y que se organizaba con el Club de Corredores. Nosotros, con mi cuñado Ramiro y con otro chico, competíamos en el equipo de a tres, creo que salimos terceros o cuartos de 150 equipos, todos de Buenos Aires. Tardamos como 5 horas, todos embarrados, se corría en mountain bike . Termino de correr una carrera y, mientras estoy armando la bicicleta, tratando de sacarle un poco el barro, escucho que alguien que está detrás habla del tema de las personas con diabetes, que tenían que armar algo. Me doy vuelta y veo a alguien que estaba en la misma que yo, entonces le pregunto si tenía diabetes . Esta persona me dice que no, pero que estaba armando un proyecto para presentar un equipo con un par de chicos con diabetes, ‘porque el año pasado hicimos el cruce de los Andes con un chico con diabetes’, me dice. Y le pregunté si era Jorge Luna (profe de la FAD) y me dijo que sí. Le dije que yo también tenía diabetes y cuando vio mi clasificación (creo que había quedado cuarto), me llamó y nos pusimos a hablar. Y me dijo que lo llamara para hacer de nuevo el cruce de los Andes. Al año siguiente, hicimos el cruce de los Andes y Villa La Angostura”. A partir de ahí comenzó a correr, auspiciado por diferentes empresas (laboratorios), hasta que llegó el proyecto “Bandera al Cielo”, encabezado por otro Ironman, Abayubá Rodríguez. “Con ellos corrí en 2003 los 27 km de Villa La Angostura, y en 2004 el cruce de los Andes. Es una carrera en tres etapas donde hicimos un total de 100 km en tres días, acampando en la montaña. Después corrimos cinco ediciones seguidas del Tetratlón Chapelco, la carrera de aventura más linda de todas, y ahí, ya con el proyecto de “Bandera al Cielo”, en 2007 hicimos la vuelta a la isla de Florianópolis (150 km) en postas de ocho personas”. Paralelamente, en 2003 empezó a correr triatlón; en 2006 salió subcampeón del circuito entrerriano en categoría mountain bike , y en 2008, campeón. A partir de entonces comenzó a correr en categorías (mayores) de bici de ruta y, hasta el momento, lleva ocho temporadas consecutivas del Circuito Entrerriano de Triatlón, disciplina a la que hoy está abocado de lleno. El Ironman es un uno de los más difíciles y pesados eventos deportivos de triatlón del mundo. Todo triatleta sueña con, al menos una vez, convertirse en un Ironman, en especial, en Hawái. Consta de 3,86 km de natación, 180 km de ciclismo y 42,2 km de pedestrismo (carrera a pie o maratón). La carrera tiene un tiempo límite de 17 horas y un tiempo promedio de 12 horas. Federico reconoce que nunca corrió esa carrera entera y tiene sobre ella su concepto formado: “El Ironman no deja de ser una carrera, una marca que organiza carreras. En tres ocasiones yo corrí medio Ironman. Hay gente que corre un Ironman solamente para tatuarse ‘IM’ en la pierna; para otras, es el desafío de su vida. Para correr el Ironman necesitás mucho tiempo de entrenamiento y dinero. Tenés que entrenar durante 4 meses, 4 horas por día, mínimo (en dos turnos dobles de dos horas o de una hora y media), todos los días dobles turnos. Bueno, yo en este momento, con todo lo que ya hago, no puedo hacer eso. Cuando yo corro medio Ironman, lo corro por lo general en final de temporada de triatlón; entonces, con un mes que entrene con ese volumen, ya me ajusto. La distancia de medio Ironman es 1900 m de natación, 90 km de bicicleta y 21 km corriendo, es la mitad de un Ironman. Es una carrera exigente, tenés que tener, principalmente, mucha cabeza. El Ironman que todos quieren correr se hace todos los años en Floripa, Brasil, y es uno de los más populares de Sudamérica, además de ser uno de los más convocantes y glamorosos. En Entre Ríos se corre uno, pero con 70 personas como mucho. “Me gustaría correrla en algún momento, más adelante, cuando esté un poco más acomodado tanto familiar como económicamente, pero no por ahora”, confiesa este rosarino que desde el 2000 se gana la vida como arquitecto (se graduó en la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la Universidad Nacional de Rosario). Por la mañana trabaja en la Dirección Provincial de Vivienda y Urbanismo, y por la tarde, en su estudio particular de arquitectura. La construcción de su propia casa, que demanda muchos sacrificios, es una etapa que Federico reconoce como turbulenta, por lo que no puede pretender entrenar doble turno, como lo hacía un año atrás. “Hoy, si llego a entrenar una vez por día, me tengo que sentir contento, conforme. En los resultados deportivos se nota. El otro día, en una carrera tuve que abandonar, se nota; cuando vos estás entrenado, estás bien. Pero bueno, lo hago porque me gusta, lo tomo de otra manera, voy con toda la familia, disfrutamos, disfruté de la carrera, lo tomé con calma, no me volví loco, si me pasan, no me preocupa. Lo hago también por mi salud, o sea, yo hoy en día esto no lo hago para ganarle a nadie, no vivo del triatlón. De hecho, al contrario: el triatlón hace que yo viva mejor con mi diabetes, pero no soy un profesional. Si no gano una carrera, mi familia va a estar bien”. Con 15 ascensos al cerro Champaquí (Córdoba) y un intento fallido de ascenso al volcán Lanín –del que solo desistió por el mal tiempo y porque priorizó la tranquilidad de su esposa, que estaba esperando a su primer hijo– entre sus principales aventuras, Federico Gronda no solo corrobora con creces que es un lucky man, sino que la diabetes no es un impedimento, todo lo contrario: es un desafío que se vive todos los días, en familia, y del que se aprende todo el tiempo. “Mis dos hijos son la primera razón por la que entreno todos los días de mi vida, y la que me da fuerzas para salir a correr, a nadar o a pedalear. Ellos, conjuntamente con Virgi, son todo para mí, ellos son la mejor síntesis de lo que significa el deporte y la familia para mí, son el gran desafío de mí vida”.
Entrevista a Federico Gronda



Hoy presentamos una nueva entrevista de interés al deportista Federico Grondona al cual la diabetes no detuvo y continua haciendo lo que mas le gusta.